
Un merengue medio añejo me hace recordar mis dos pies izquierdos mientras sigo viendo el otro par de piecitos frente a mi. "Sube la mirada Martín" me repito a mi mismo. El alcohol sube más rápido a mi cerebro y le sugiere que si levanto la vista podría ver doble y hasta triple.
-Oe tío, que fue? -me dice Javicho sin notar mi aspecto verdusco.
-Naaa..., todo tranqui -le digo sin despegar la mirada de los zapatitos rosa.
-De una, el que termina último se pone una jarra más -me dice mostrándome los dos vasos de chela que trae en las manos.
Mi cerebro emite una señal de alerta general en todo mi cuerpo. Pero la garganta seca y mi fama de duro para el trago me hacen extender la mano, siempre con las cabeza gacha. Tomo el vaso y veo en su interior ese líquido dorado que terminará de mandarme a la mierda. Glup, paso saliva y desaparezco la cerveza en 4 segundos. Va recorriendo mi garganta igual que mi mirada por las gotitas de cerveza. Ahora cheko las tabas rosa y un poquito más arriba una malla negra cubre unas piernas blancas orgullosas de su forma. Ella se para y sus dos piernas se ponen en movimiento y en camino... ¿ Hacia mi? ¿Leyó mis pensamientos o el último trago tenía burundanga? La luz tenue, mi pésima vista y el alcohol en mi venas, no me permite ver con total claridad su rostro.
-Hola...tiempo sin verte -me dice mi ex.
No la veo hace mil años. (mi ex, no la otra cuestión)
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