28/5/08

Niño malo malo malo (Verbena parte II)

Media nalga adormecida y una raya casi inexistente por pasar tres horas sentado es el saldo al final de la clase. El consuelo se encuentra aún algo lejos, pero los primeros acordes se escuchan y guardan la esperanza de recuperar mi raya en las siguientes horas, y tal vez la sorpresa de iniciar algo con la niña buena. Lo último que supe de la buenísima fue de boca de la niña mala. Que pregunta por mi, que me echa miradas, pero yo aún no me he enterado de nada. Si paso por su lado solo se hace presente la indiferencia que detecto renuente en ella. No suelo ser el tonto feliz que se lanza a la piscina si esta carece de líquido elemento, y la única capaz de comprobar si al final de la piscina , entre el cloro y el floro, existe algo llamado amor, cariño, simpatía, no sé, es la niña mala. Por todo lo antes relatado, estas dos muchachas tendrán que seguir juntas por el bien de este novel triangulo amoroso-aventurero, que por el momento funciona bien para las tres partes, o al menos eso creo.

La entrada a la facultad ya huele a alcohol y cigarros, lo usual en una noche de verbena, abundan escotes y faldas a pesar del frío cotidiano. Lo inusual es no ver a ninguna de las niñas por los alrededores. No me preocupo y me limito a pensar que ya las veré y que por ahora la prioridad la tienen el trago, mis amigos y tal vez quizá no sé algún cigarrillo chistoso. Y ahí están los usuales ebrios y ebrias muy buena onda todos, esperando que el grupo siga creciendo al igual que el porcentaje de alcohol disponible para la noche. Ahora...allí estamos, en el centro de la explanada y frente al escenario. Unos desconocidos con harta pose empiezan a tocar un cover de Héroes del Silencio, yo me mantengo indiferente a todo, mi habitual reacción al vientecillo frío. Trago en la mano, un pucho en la otra, frío en el rostro y miedo en las rodillas que tiemblan mitad del frío mitad de nervios, miro de un lado a otro mientras Javier me cuenta algo abriendo la boca enorme. El ruido de los poseros es altísimo y solo veo la boca de Javier abriéndose y cerrándose sin emitir sonido alguno. Mi sordera y mis ansias por buscar a las niñas, me tienen cinco minutos asintiendo con la cabeza todo lo que dice Javier.

Cuellar me baja de mi nube gris cuando se acerca y me dice caleta al oído que su amigo de sociales tiene una pipa y no quiere fumar solo. Yo y Luis vamos al encuentro del popular Tidrox, que tiene una cuestión en la cabeza que no tengo la menor idea como se llama pero que tiene los colores rastas, debajo del gorrito bultoso hartos dreads y como sombra de su mirada unas ojeras inmensas y azules. Alejándonos de la bulla y las personas, la pipa se enciende y un aroma hipnótico se apodera de la noche. Luego de unas vueltas y pitadas, regresamos los tres riendo y chinazos, las miradas inquisitivas no tardan en llegar, mis ojos que no tardan en tomar una coloración rojiza les devuelve la mirada y me ca(g)o de risa en sus caras. Vuelvo a tomar mi posición dentro del grupo. Trago, cigarro y miradas de izquierda a derecha. A la izquierda veo a la niña mala y un grupo de amigas de la facu. A la derecha a la niña buena con amigas a las que he visto pero no conozco. Al parecer la pitada me ha ampliado el panorama y he descubierto que allí a mi lado, antes oculto por cordura, estaba mi destino. Ahora solo queda decidir el rumbo a seguir.
Esta noche no hay cabida para el niño bueno. Ese tipo se ha quedado en su casa sin prestarle un poquito de conciencia al niño malo, que para esta noche inexorablemente dejará arrastrarse por el rumbo de los acontecimientos.

23/5/08

Niña buena y niña mala son amigas (Verbena parte I)

Hoy se cumple una semana del lujurioso affair con la niña mala. Fue luego de que chelas, rones, vinos y demás tragos de sospechoso precio y dudosa procedencia atravesarán mi garganta. Luego de risas, vómito, una cabeceadita con el vaso en la mano, y más risas sin sentido, porque de borracho las carcajadas son como el Orinoco, osea que tu no sabes y yo tampoco. Y fue contra un muro, amparándonos en la oscuridad de la noche y las sombras de los arboles. Y sí, una semana ha pasado y sin embargo las huellas del paso de ese huracán llamado niña mala siguen adornando mi cuello. El clima se ha apiadado de mi y me permite andar super abrigado con casacas que cierro a la altura del cuello. Solo es altamente perceptible mi tembladera post trago y que me ha durado dos días. Hoy completamente desintoxicado he decidido que me toca otra dosis de benévolo veneno, lubricante social o llamemoslo simplemente trago, y tal vez quizás no sé, alguna sustancia alucinógena.

Esta vez la excusa es la verbena de mi Facu. Ocasión que me permitirá tal vez, matar dos pájaros de un tiro. Emborracharme y luego bien sazonado atreverme a hablarle a la niña buena, que dicho sea de paso es amiga de la niña mala, la que supuestamente tiene que hacerme el bajo con ella, pero que lamentablemente cada vez que nos juntamos para hablar sobre el asunto en cuestión terminamos con la cuestión en el asunto, y esa no es la idea. Por eso he decidido prescindir de los servicios de la niña mala y buscar algo de valentía en unos cuantos litros de alcohol, buscando se encuentra. Ya es de noche, he salido de la Facu y la distorsión de una guitarra desafinada me anuncia que la verbena y mi aventura/desventura ha comenzado.

9/5/08

Caramelo

La golosísima de Karen se ha tragado todo el Snickers y ahora va en busca de algo que aplaque su apetito hormonal. Las miraditas que me ha dado mientras jugaba con el chocolate, primero sacandole la envoltura, luego poniendoselo entre los labios y por último dandole una buena mordida que no se porque me dolió en...el alma, la delatan completamente. Ahora le da una última mordida y el respectivo saboreo con la lengua al chocolate que ha quedado entre sus labios "Qué coqueta", piensa el niño bueno. "Es una bandidaza" contradice el niño malo. Al final se ponen de acuerdo y deciden que quiere y espera algo más que otro chocolate.

-Hay que darle lo que se merece, fíjate como se ha esforzado toda la noche, juntado entre sus brazos lo que no tiene, sacando pechito de su imaginación, comiéndose el Snickers de forma traviesa- postula el niño malo, que por el momento solo puede influir y no actuar.
-Está borracha. Y así no es pues. Si va pasar algo, que este sana y cuerda. No quiero que mañana se arrepienta de lo que puede pasar esta noche- balbucea el niño bueno.
-Anda won, no ves que se te está regalando. Después no te quiero ver hurgando en Cholotube por calentón. Yo sé que le tienes harto cariño a Manuela Pajares Palma, pero ya pues, la oportunidad la tienes aquí y ahora- contraataca el malísimo.
-Naaa...está ebria, y a mi ya se me pasó lo borracho por tu culpa.
-Eso era harina imbécil, nos estafaron.
-Ya. La cuestión es que yo decido que no va a pasar nada.
-Jajaja, díselo a ella. Al final, ella decide.

Y Karen que se ha pasado bizca 2 minutos mirando una conversación conmigo mismo, ampliamente valedera para llevarme al manicomio, me toma del brazo y me arrastra a una habitación pequeña donde guardan las escobas, trapeadores y etc. La oscuridad profunda penetra y cubre cada rincón de la habitación que expide un olor mezcla de cera, desinfectante de pino y lejía. Y como no, a harta feromona. De pronto escucho al General -el cantante- en boca de Karen que me suelta un..."Te voy a ponel a gozal..." y me da un empujón contra la puerta que sacude de su letargo al niño malo. Le contesto con una del General también y le digo..."Muevelo...muevelo...que sabroso...muevelo...muevelo...como lo hace..." El niño malo está a punto de sacar "El Chuculún" de mi garganta, pero lo detengo a tiempo y desde ese momento todo se vuelve confuso, recuerdo que cantamos "Caramelo" -el caramelo, a todas las mujeres les gusta el caramelo- luego "Rica y apretadita" y para finalizar a pedido de ella "Hacer el amor con ocho...nooo...nooo...nooo"

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Antes que se ponga "más" faltoso...Máaaaaas? Sí, más.