16/12/07

Tekila

Caminamos rumbo a la barra, yo detrás de ella, abriéndonos paso entre la gente. No puedo evitar mirarla de abajo a arriba y de arriba a abajo, deteniéndome en la zonas más oportunas y curvas. Hay demasiada gente, por lo que por ratos nos perdemos y nos volvemos a encontrar, algunas veces detrás de una espalda, otras detrás de nuestras miradas. Lo pienso un segundo y estiro la mano para tomar la suya. Ella voltea y me sonríe. Yo hago una mueca que me sirve de sonrisa y delata mi temor. Su mano es pequeña y suave, y lo compruebo dándole pequeños masajes con mi pulgar. No sé si lo sentirá. Una mano flota entre cuerpos que se mueven al son de una canción de Juan Luis Guerra, y me toma la mano, luego lleva mi cuerpo hacia el suyo y me hace abrazarla por la cintura. -Así no nos perdemos hasta llegar a la barra- me dice pegando su mejilla a la mía y sintiendo el aire que expulsa al decir esas palabras en mi oído.

Por un momento pienso que los tequilas están de más y puedo concretar el remember "aquí y ahora". Darle un besito en el cuello que provoque algún cosquilleo hormonal en ella y quizá esperar como respuesta una calentura corporal que nos lleve, no a la barra y si a la cama. En fin, parece haber muchos caminos que tomar, todos con un mismo destino. En tanto pienso y me decido si hacerlo o no hacerlo ahora, llegamos a la barra. Como siempre, entradora ella, le pide una botella de tequila al barman. Se olvido del par de shots, y hoy lo quiere todo. Escondo mi sorpresa en otra mueca y preparamos el limón, la sal y nuestros respectivos vasos. Sentados y listos tomamos el tequila cerrando los ojos y los volvemos a abrir para vernos picaramente mientras chupamos el limón.

Comenzamos a hablar del pasado. Cuando nuestras caminatas se componían de cinco pasos, una mirada y miles de besos, en ese orden y durante todo el trayecto a su casa. O cuando nos reíamos como locos sin razón alguna, hasta que nos dolía la panza y nos tirábamos al piso para acallar nuestras risas en la humedad de un beso. Yo nunca le dije que varias veces caminé de madrugada y borracho hasta su casa, para después regresarme sin haber tocado a su puerta, no se lo dije y tampoco pienso contárselo esta noche. Con cada shot de tekila nuestros temas de conversación se hacen más desinhibidos. Cuarto shot de tequila y mis manos aún frías:

-No sabes como me gustaban tus besos- dice ella totalmente extrovertida y naturalmente.
Me sirvo un shot de tequila más sin despegar mis ojos de ella.
-Digamos que tuve buenas maestras, y por los besos que me dabas, creo que tú también los tuviste- le digo.
-Jajaja. Sí, los tuve. Pero yo no repaso lecciones con ellos como tú lo sigues haciendo con tus profes.
-Celosa? Picona? En todo caso, mis lecciones no se limitaron a los besos y creo que hoy puedo tentar un puesto para profesor, jajaja- le digo cachoso, egocéntrico y menos nervioso.
-No puedo decir nada porque nunca probamos hacerlo- me dice. -Recuerdas cuando estuvimos a punto de hacerlo en mi cuarto- recuerda nostálgica.
-Te dije que si no estabas segura, normal, no lo hacíamos. En esa época era un huevón no?, jajaja.
-No, eras lindo.
-Osea que ahora no lo soy?
-Hasta ahora me estás demostrando ser un pendejo. Me tomas de la mano, me traes a tomar tequila, me haces recordar el pasado. Crees que no sé que pretendes un remember?

Me toma por sorpresa, me contagia su palidez y me reduce al tamaño de un microbio. No sé que pensar, pero no me lo ha dicho molesta, ni seria. Solo lo dijo y me miró directo a los ojos. Rebuscando en su mirada y tratando de descifrarla, descubro que sigo siendo un huevón y ella sigue siendo una pendeja. Pendeja, pero linda y tierna como siempre.

2/12/07

¿Café o miel?


Las luces vienen y van y hacen que sus ojos se debatan entre café y miel. Sus ojos vaticinan el final de la noche, pero aún no lo deciden. ¿Será dulce o tal vez amarga? El café y la miel se siguen sucediendo como en una ruleta mientras mis ojos son el tope que espera el resultado. No sé como mirarla sin delatar la nostalgia derramándose por mi ojo izquierdo y, cariño -mucho cariño- por el derecho. Hace un rato que ya está sentada a mi lado. Tengo un nuevo cigarro entre los dedos y ella un vaso de vodka que se lleva a los labios.

-Era un imbécil. Bueno, es un imbécil. O tal vez la cojuda soy yo por no darme cuenta de nada, no lo sé- me dice mientras agita las manos de aquí para allá - El hecho es que ya no quiero saber nada de él.
-Así somos los hombres, Pao. Acostumbrate - le digo intuyendo una respuesta que me gustará.
-Mmmm...así de cagada como estoy, debería decirte que sí, que son unas basuras. Pero...no sé, sé que hay excepciones por allí- y evita mirarme a los ojos cuando pronuncia el "por allí".

Nos quedamos callados, solo miramos la gente bailar: Yo solo atino a darle una pitada a mi cigarro y la miro de reojo. El escote de aquel top negro hace resaltar sus senos blancos, al igual que la malla a sus piernas. Los zapatos rosa es el último rezago de inocencia en ella.

-Y esas tabas? - le pregunto por romper aquel silencio
-Te gustan? - me dice y sus ojos otra vez toman aquel matiz pícaro color miel.
-Sí. Pero debe ser porque los llevas tú - le respondo a ella y a la picardía de sus ojos. Me mira sonriendo entre pícara y tierna.
-Jajaja, me parece o te quieres aprovechar de lo vulnerable y media ebria que estoy? - me dice en un arrebato de sinceridad que debió haber encontrado al final del vaso de vodka.
-Medio ebrio yo. Tú lo estás completamente - le digo riendo, esperando nuevamente "la respuesta"
-Yo???? Picada nada más. Tengo para rato - me aclara intuyendo el reto.
-Ya. Unos shots de tekila, que dices? - le propongo mientras ronda en mi cabeza: ¿"Un remember, que dices?"

Es una y media, y la noche también tiene para rato.